Pocos
pueblos son tan musicales como el dominicano. Raro es el momento en que la música
y la danza nos acompañen, de una u otra manera en la vida diaria de todos los dominicanos.
Baile y musica Domicana |
La música en la República Dominicana
es variada y heterogénea. Como en todo el Caribe, se ha ido elaborando
progresivamente a partir del siglo XVI por un proceso complejo de
transformación criolla, a veces con una reinterpretación o una recreación de la
música europea y africana, y otras veces con configuraciones inéditas y con
influencia de las migraciones de ida y vuelta con Cuba y Puerto Rico, así como
con las de todo el Caribe. La represión impuesta desde la dictadura de Trujillo
y en posteriores gobiernos que queda de manifiesto todavía en la vida de los
dominicanos, afectó de una forma muy peculiar a la danza y al baile, sensuales
y con claras referencias sexuales en los que los dominicanos liberan sus
sentidos y desatan toda su creatividad.
Los indígenas y los africanos dejaron como herencia directa la
fuerza de la percusión y un gran sentido rítmico, tan presente en la música
latinoamericana. La percusión, que empleada en la antigüedad para acompañar los
actos litúrgicos, ceremonias, ritos y para dulcificar el peso del trabajo,
también se asoció a visiones mágico-religiosas de la vida y el mundo.
Los taínos del Caribe memorizaban sus
historias y leyendas a través de cantos que combinaban con música y bailes. El Areito es una de las celebraciones de las
que ha quedado constancia. Consistía en una ceremonia compuesta por música y
danza destinada a prolongar la memoria de las tribus, con base en la percusión.
Es difícil
constatar hasta la influencia en ritmos y melodías de la música indígena en la
música dominicana actual, conservándose únicamente algunos instrumentos que se
siguen utilizando.
Los ritmos y
manifestaciones culturales del África Negra que los esclavos llevaron consigo
fueron practicadas en las plantaciones. El intento de prohibición por parte de
los colonos por su erotismo, su exuberancia sensual y su atrevida liturgia
nunca fue real.
Con la llegada de
los primeros inmigrantes, también hicieron aparición los ritmos populares
andaluces. Aparte del romance, los himnos y rosarios cantados por los
conquistadores, el canto de motetes y villancicos, además del gusto por las
danzas y los bailes fueron prolongados por los colonos en tierras americanas.
En los barcos también hubo un hueco para distintos instrumentos para acompañar
las danzas al aire libre, fiestas y ceremonias públicas.
No tardaron en
mezclarse los ritmos sincopados de estilo africano con la música inspirada en moldes
europeos y la herencia indígena, iniciándose un largo proceso de
trasculturación por el que se dio lugar a estilos como el merengue y la bachata
en la Dominicana.